Y llegó el día, y con él, el final de 9 meses y algún día más. Sus momentos buenos y sus momentos malos: sus momentos. Sus detalles. Nuestro sitio. Nuestro trabajo. Ella.
Y esperar. A ver como unos desconocidos se sientan allí, en nuestros sitios, con ella. Y nosotros, con otro desconocido.
Nuestra pequeña casa. Lágrimas suyas y nuestras. Pero sus lágrimas y la voz quiebrada son lo que más rompe el corazón.
Su carta. Y su sensibilidad. Largas esperas a que entrara por la puerta tan solo por verla sonreír. Aquella sonrisa que te hace sentir bien.
- Nos queda toda una vida - dice ella, con los ojos vidriosos. Y tiene razón.
Pero en mi cama, solo se derraman lágrimas. Se hace echar de menos más que nadie. Y se hace querer infinitamente.
Pero nunca me voy a cansar de decir que aunque nuestro momento haya terminado, somos infinitos y todo lo que hemos vivido, es infinito.
A. es infinita.
Seguidores
sábado, 23 de junio de 2012
Little house.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)